El título de este post se me ocurrió mientras veía a Satriani hace unas dos semanas. No escribí de inmediato acerca de la grandeza del calvo creo que fundamentalmente por tiempo. Además habían pasado pocos días desde el último escrito, y si bien ahí decía que iba a escribir más seguido, hacerlo inmediatamente al día siguiente era una exageración.
Mientras escribo estoy escuchando a Cerati que dice “trágame tierra”, y fue imposible no acordarme de inmediato de Mecklenburg.
El sábado tuve reunión de ex compañeros de curso… en básica. De muchos no me acordaba con certeza, y a otros tantos ni siquiera los conocí. A la mayoría los tengo en Facebook, sin embargo, al reencontrarme con ellos… sólo rescato a un par, que eran los más yuntas en el colegio. Del resto, ha pasado el shit tiempo, y tampoco tengo los mejores recuerdos o las mejores historias. Me sentí con una historia y camino tan paralelo y harto más vivido, que me aburrí y me fui. Dejando claro, comprometidos algunos vinos con quienes realmente vale la pena compartir.
En la noche hubo reunión del club de los solteros. Sin duda alguna se respira distinto. Estábamos ahí sólo por el hecho de estar juntos. Con quizás menos historia cronológica común que con los dinosaurios de la tarde, pero con millones más de historias y muy por lejos, millones más de temas, risas y abrazos. La noche tuvo un invitado de lujo, Raulazo a punta de tallas hasta me dejó en 2Mb la fucking dirty conexión a Internet.
Quedó media botella de vino, que bajé en el almuerzo de ayer domingo. Impresionante almuerzo. Buena siesta.
De ahí, a la choripanada donde el gordo y calzonudo Elías.
Excelente término de fin de semana.
La foto es de febrero de 2006 en el matrimonio de mi tío Esteban en Futrono. Fue un groso verano. No sé por que puse esa foto. Filo. Saludos lectores.