domingo, noviembre 05, 2006

El lunar maldito.-




El tipo definitivamente la amaba. Estaba loco por ella. La veía en cada mujer. Soñaba con su rubio y ondulado cabello.
Cuando se enteró de su muerte, no comió durante los siguientes siete días. Al octavo, con los labios resecos por el ayuno, tomó un taxi escapándose de la ciudad.
El conductor no entendía nada; tenía un tipo cabizbajo, taciturno y con la mirada perdida en el horizonte. Iba abrazado a un par de tulipanes amarillos, significado de un amor sin esperanza. Lo llevaba camino al roquerío, y junto a ello, al acantilado. Por lo mismo no le costó darse cuenta de las intenciones del hombre.
El taxista luego dijo:
-Debe ser muy bella su dama para tomar esta determinación.
-La mujer más hermosa del planeta.- respondió el pasajero.
Queriendo cambiar de tema y no abrumar más al desesperado hombre, el taxista comenta:
-Que pena lo de Marilyn Monroe, no?
-Terrible. Tenía ganas de conocerla y declararle mi amor.
-Bueno, un sueño que ya no cumplió.
-Exactamente. Por lo mismo me suicidaré.
Fue en ese momento en que llegaron al roquerío. El pasajero canceló su pasaje. Caminó rumbo al despeñadero. No soltó en ningún momento los tulipanes amarillos.
Cuando miró al horizonte, se lamentó de vivir en Chile, en ese puto pueblo olvidado. Se lamentó no haber podido conocerla. Y con el mítico lunar en la mente, se arrojó al Pacífico, soñando alguna vez ser el viento en la falda de Marilyn.
Era agosto del 62. Y las flores famosas finalmente fueron las rosas rojas que Di Maggio enviaba tres veces por semana durante veinte años. De los dos tulipanes amarillos dispersos en el Pacífico, nadie jamás habló.

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