Sin querer pasaron cuatro días sin escribir. Y la verdad es que no tuve tiempo.
El sábado se casó mi prima, la Anita, y quizás ese debiera haber sido el tema del día. Fue importante. Para ella y para la familia. Estuvo regada la cosa.
Sin embargo, el tema será La Academia. Y ni siquiera el apabullante triunfo 7 – 0 a los pobres huasos de Graneros, sino el post partido que nos mandamos en “El Rincón Albiceleste”. Y todo partió por que nos topamos en la salida del estadio con los integrantes de “la bandita” quienes nos datearon para llegar al reducto de un magallánico. Tal reducto, no era un bar, no era club, era el paraíso. Si. El paraíso. Por que se respiraba nostalgia. Se respiraba bohemia. Se respiraba tertulia. Se vivía años mozos. Se soñaba.
Y si bien con llegar al lugar ya estaba en la gloria, compartir con los hinchas históricos fue más notable aún. Carretear con viejos de ochenta y tantos no tiene precio. Y es que la edad promedio (conmigo incluido) bordeaba los setenta años.
El vino era malísimo, por compromiso le deben haber puesto Cabernet Sauvignon, sin embargo el sabor es distinto cuando se brinda con la experiencia. El aroma es distinto cuando se vibra. El maridaje perfecto fue la sangre albiceleste.
Vimos el partido de Chile juntos. Todos unidos. Y por supuesto, el de Magallanes estuvo mejor.
El sábado se casó mi prima, la Anita, y quizás ese debiera haber sido el tema del día. Fue importante. Para ella y para la familia. Estuvo regada la cosa.
Sin embargo, el tema será La Academia. Y ni siquiera el apabullante triunfo 7 – 0 a los pobres huasos de Graneros, sino el post partido que nos mandamos en “El Rincón Albiceleste”. Y todo partió por que nos topamos en la salida del estadio con los integrantes de “la bandita” quienes nos datearon para llegar al reducto de un magallánico. Tal reducto, no era un bar, no era club, era el paraíso. Si. El paraíso. Por que se respiraba nostalgia. Se respiraba bohemia. Se respiraba tertulia. Se vivía años mozos. Se soñaba.
Y si bien con llegar al lugar ya estaba en la gloria, compartir con los hinchas históricos fue más notable aún. Carretear con viejos de ochenta y tantos no tiene precio. Y es que la edad promedio (conmigo incluido) bordeaba los setenta años.
El vino era malísimo, por compromiso le deben haber puesto Cabernet Sauvignon, sin embargo el sabor es distinto cuando se brinda con la experiencia. El aroma es distinto cuando se vibra. El maridaje perfecto fue la sangre albiceleste.
Vimos el partido de Chile juntos. Todos unidos. Y por supuesto, el de Magallanes estuvo mejor.
4 comentarios:
Pancho Villa te acordaste de mi banderin Albiceleste, Viste quien auspicia la Gira del Invierno de Caos?
Jajjaja
Saludos Pancho
Exijo el post prometido...
Anita, la doña.
Lo mejor mejor mejor son...
las botellas de vino sobre la mesa
:)
Tu si que logras cautivar con tu blog... comentarios y simbología que no entiendo pero que me encantan...
el mejor de todos los que he visto..
cuidese besitos
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