Martes en la Mañana

Y si no fuera por que me encontré con Horacio en el vagón, el viaje en metro hubiese sido desesperante. Y es que la cantidad de gente rebasó los límites humanos y la frecuencia reventó cualquier dejo de paciencia.
Y si bien es cierto ando mañoso, dominado por la fortuna del gemelo odioso, hoy la sensibilidad no era necesaria para saber a ciencia cierta de que el transporte estaba hecho una mierda. Y no es ser coprolálico, sino simplemente verbalizar el sentimiento generalizado y la sensación de ir en un camión de ganado.
El resto de la mañana ha sido dominado por el tango y la milonga (que bueno que es Alberto Castillo y que bien que canta Gardel, si cada día lo hace mejor). Mañana sin López. En realidad con López. Pero no formalmente.
Son las 11:00 am y sólo he tomado un desayuno. Tengo hambre. Necesito una vaca a la parrilla. Quizás con algo de ensalada (no es fundamental).
Me dijeron hace una media hora que me parecía a un actor. Ni idea a quien. Sólo espero que no sea a Danny de Vitto.
Tengo sueño. Quizás sería bueno hibernar. (o invernar como le escuché insistentemente a una señora el otro día, mientras le explicaba a su hijo, el proceso invernal de los osos).
Ayer la prueba de platos anduvo bien. O sea, mi experiencia fue buena. Al resto de la compañía le fue pésimo. Creo que tuve suerte.
Hoy no amanecí con la convicción de que sería un buen día. No me lo planteé así. Igual ando pegado con Perfect Day, de Lou Reed, ergo se me viene a la mente Trainspotting. Quiero probar la sangría, para ver si amerita tomar en el parque.
La imagen es mi taza de café expreso ya sin café y sin compañía.
Parece que hoy será un buen almuerzo. Sushi? Quizás.